Se conocieron por carta.
Mi papá Carlos Antonio Poratti nació en la localidad cordobesa de Laboulaye, el 13 de julio de 1944, hijo de Juan y Adela Pérez, y el único hijo varón de los tres hijos de este matrimonio. De niño, sus padres volvieron en tren a la ciudad de 9 de Julio de donde eran oriundos. Allí hizo su primaria y sus estudios secundarios, egresado como técnico en tornería. Ya de niño se empleó en trabajos rurales en la familia. Estudió cinematografía por correo por un instituto de Los Ángeles, California, EEUU. Mudándose a la ciudad de La Plata, se unió a su legítima consorte, Ana María Galíndez, a quien conoció por correo, el 31 de julio de 1980. Falleció el 13 de agosto de 2015 con el escapulario del carmelo impuesto.
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Ana María Galíndez es la niña de pie de la izquierda, la que tiene el gorrito. La otra joven de pie es Nidia. La niña que está agachada es Beatriz. |
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Plaza Huincul: llevando los niños a la escuela. 1923. |
Mauricio Galíndez, papá de mi mamá, fue hijo de José Lino Galíndez y de Encarnación Barragán. Nació en 1911. No gustaba que sus hijo dijeran el apellido de su mamá (Barragán), ya que era un apellido "de la orilla". Un hombre muy sabio, según Beatriz, una de sus hijas. Tenía un hermano gemelo. Murió un día antes del nacimiento de su primer nieto. Él no quería ser abuelo ya que ello "lo haría sentirse viejo". Falleció en 1969.
Su esposa, Flor Dodero, fue hija una de los cinco hijos del italiano Colón Pío Dodero y de Emelina Quezada, de Chile. Flor Doredo habría nacido en Neuquén en 1913, donde trabajaba su papá como docente, y donde nació su hija Ana María. Sabemos los nombres de tres de los hermanos de Flor: Graciela Haidee Dodero, Esther Argentina y Francisco Antonio Rafael (todos Dodero). La primera de ellas, Graciela Haidee más tarde se casaría con el señor Carassale, y tendrían a Graciela y a Daniel Carassale. Era ella muy devota. Si no me pusiero Daniel, es porque ya había este Daniel. Este último ya formó familia. Falleció en febrero de 1993 en Mar del Plata.
Ramón Natalio Poratti, hermano de Juan Felix, se casó con Fidelina Doga, y fue padre con ella de Adolfo Ramón Poratti, persona ilustre también él en la localidad de Nueve de Julio. Adolfo Ramón nació el 24 de mayo de 1905. Falleció el 22 de noviembre de 1973. Adolfo Ramón Poratti se casó con María Lassus, quien descendía de un reconocido hacendado que había arribado a aquellas tierras en 1884. Fue también hija de Ramón y Fidelina: Susana Edit Fidelina Poratti, quien se casó con alguien de apellido Gornatti. Nació ella el 16 de septiembre de 1918, y era ama de casa.
Hijos de ellos fue Armando Poratti, nacido el 2 de octubre de 1944, en la localidad de 9 de Julio. Falleció 31 de 0ctubre de 2012. Armando Poratti fue padre, a su vez, de una hija a quien llamó María.
Entre 1910 y 1920, Dodero fue maestro y director en escuelas de la inhóspita Neuquén, estableciéndose en Vilú Mallín y luego en Andacollo, donde fue designado como el primer director de la Escuela N.º 28. Sus días transcurrieron en un paisaje de soledades inmensas, donde la escuela era una frágil avanzada de la civilización en un territorio dominado por la indomable vastedad del monte, la nieve y las rutas imposibles. No sólo enseñaba letras y números, sino que también encarnaba la misión de transformar un mundo que, a los ojos de su tiempo, se hallaba anclado en una "barbarie" que debía ser corregida.
Las impresiones que Dodero dejó plasmadas en sus escritos reflejan el ideario positivista y civilizador de la época. Siguiendo la estela de su predecesor, Roque Salinas, describió con severidad la realidad de Vilú Mallín: un lugar donde los festejos se extendían por días y noches enteras al ritmo incansable de la cueca, con cuerpos jadeantes que se abandonaban a la ebriedad y la danza. No era una simple crónica de costumbres, sino un diagnóstico moral en el que la comunidad aparecía retratada como presa de un atraso atávico, ajena al rigor del trabajo y la disciplina escolar.
"De este atraso intelectual nacen las justamente calificadas orgías que se llevan a cabo en holocausto de tal o cual santo, de tal o cual fiesta, y en ellas se inmola la juventud que participa de los bacanales festines", escribió Dodero, evocando en su denuncia una especie de decadente "Neo Roma Neroniaca" que debía ser extirpada. Su afán de corrección llegó al punto de exigir la intervención policial para reprimir el expendio de alcohol y la supresión de las festividades. Consideraba que la escuela y la fuerza pública, de actuar en conjunto, podrían ser "la catapulta que abatiría los muros donde se enseñorea la corrupción y la crápula".
Desde la mirada de hoy, resulta inevitable observar en estos escritos una tensa frontera entre la convicción de un hombre que creía en la educación como herramienta de progreso y la rigidez de una mentalidad que juzgaba con dureza las tradiciones populares. En su idealismo civilizador, Dodero encarnaba el dilema de muchos docentes de la Argentina profunda: la lucha por alfabetizar y "moralizar" en un terreno donde la cultura escolar era una imposición foránea, un injerto en una tierra que no siempre estaba dispuesta a dejarse domesticar.
No obstante, su legado no se mide sólo en el peso de sus juicios, sino en su obra como educador. A pesar de las lluvias interminables, de los ríos crecidos que cortaban el acceso a la escuela y de la indiferencia de los pobladores hacia la enseñanza formal, Dodero perseveró en su tarea. Quienes asistieron a sus clases, con el tiempo, llevaron consigo algo más que la lectura y la escritura: recibieron el impacto de un hombre que, con todas sus contradicciones, creyó en el poder transformador del conocimiento. En un rincón apartado del mapa, su figura se erigió como un faro de orden en un mar de incertidumbre.
El tiempo ha pasado, y con él las percepciones sobre la "civilización" y la "barbarie" han mutado. Hoy, desde la distancia, Colón Pío Dodero emerge no sólo como un maestro, sino como un símbolo de las tensiones entre dos mundos: el del viejo ideario de la educación como cruzada moral, y el de una cultura que resistió a su domesticación con la misma pasión con la que bailaba cuecas en la noche interminable de la Patagonia.
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En esta escuela rural Colón Pío Dodero fue maestro y director hace más de 100 años ya. |
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En este buque o uno similar, llamado Adelaide Lavarello, llegó Francesco Dodero desde Génova. |
La vida de Colón Pío, sin embargo, no se limitó a la lucha contra las sombras de la tradición. Con su esposa Emelina del Carmen Quezada, o Luezada según un registro en FamilySearch, maestra chilena que trabajaba en Neuquén, halló un remanso en medio de sus esfuerzos pedagógicos. Emelina Quezada o Quesada —las variantes de su apellido oscilaban como ecos de una historia que se desdibujaba en los registros— vio la luz el 4 de diciembre de 1892, en Los Ángeles, Chile, hija de Juan Bautista Quezada y Petronila Martínez. Mujer de profunda fe, poseía el don de la intuición. Se cuenta que una noche, sintió en su pecho el llamado de la urgencia: su esposo, que sabía hacer cientos de kilómetros a caballo, se había extraviado en la espesura del bosque, desorientado en la vastedad de la Patagonia, y sin dudarlo, encendió una hoguera para que el humo lo guiara de vuelta al hogar.
Tuvieron seis hijos, o quizá cinco, según algunas versiones. Entre ellos, Graciela Haydée, o Graziella, como gustaba firmar, nacida en Chos Malal el primer día de 1919. "Era alta y muy linda", y quizás por esa belleza, temiendo que el mundo la arrastrara a senderos inciertos, su madre la llevó al convento. La congregación elegida fue el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, fundado por la santa Francisca Cabrini. Allí, entre los muros de una casa en la calle Ulisse Aldrovandi, en Roma —hoy un hotel de lujo, entonces escuela para niñas de la nobleza—, Graciela vivió los rigores de la vida religiosa. La guerra trastocó sus planes. La Primera Guerra Mundial estalló y el convento dejó de ser su refugio. En 1946, regresó a Argentina tras un paso por Brasil, dejando atrás el hábito, pero no la vida de oración. Decía que la habían tratado con dureza en aquella vida.
Se casó con un hombre poderoso en Neuquén, un policía, según la memoria familiar, aunque la historia corrigió el relato: su esposo, Carlos Carassale, no fue policía en Neuquén, sino trabajador de Siemens en Buenos Aires. Su nieto, Luciano Carassale, con la avidez de quien busca entre las sombras del pasado, desentrañó el equívoco y dejó testimonio de su verdad. Graciela falleció en 1997, cuando su nieto tenía apenas un año.
Otros hijos de Colón y Emelina fueron Esther Argentina, quien contrajo matrimonio con Ángel Edelman, el primer gobernador de Neuquén, y Francisco Antonio Rafael. En total, habrían sido seis hermanos. Edelman, de una familia judía de raigambre en la región, se inscribió en la historia como uno de los artífices del destino neuquino.
Así, entre la pedagogía y la imposición, entre la fe y el rigor, entre la tradición y la modernidad, la historia de Colón Pío Dodero y su familia se tejió en el entramado de una Argentina en transformación, donde las llamas de una hoguera podían tanto salvar a un hombre extraviado como consumar la purificación de un pueblo que él, en su fervor civilizador, buscó redimir.
Colón Pío Dodero, hijo de Francisco (Francesco) Dodero y de Ángela Galeano, nació el 16 de junio de 1879 en Génova, Italia.
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El buque Nord América. En él viajó Pedro Poratti hacia 1880. |
Un día fui a visitar al tío de mi papá que había cumplido cien años, y le pregunté si conoció a su abuelo (osea, a mi tatarabuelo línea paterna), y me dijo que sí. Que era su nieto preferido, que siendo niño le servía en la cama cuando ya estaba enfermo y pronto a morir. Que nunca había perdido el marcado acento italiano. Le pregunté si se acordaba de alguna historia que le haya escuchado a su abuelo de cuando este era joven, y me dijo que sí. Que recién venido a la Argentina, instalados ya en la ciudad de Nueve de Julio (que aún no era ciudad, me corrijo), en uno de los malones de los indios que fueron a atacar a la gente de ese incipiente pueblo, uno de ellos iba corriendo directo a atacar a don Pietro Francesco Porrati. Éste, al punto exclama: "¡Cristo!", y el indio, como espantado, se detiene y vuelve corriendo sobre sus pasos, para huir ahora.
Ramón N. Poratti, por su parte, engendró a Pedro Antonio Poratti, Juan Carlos Poratti, Armando Poratti y a Raquel Poratti. El primero nombrado aquí de estos cuatro hermanos engendró a Alberto Ramón Poratti, que se casó con Leonor Pagliari, siendo padres de Jorge Luís Poratti. El tercero de los hijos de Ramón Poratti nombrados aquí, Armando, fue, como su padre, intendente de la misma localidad de Nueve de Julio. Hijo de este fue Armando Poratti (hijo), filósofo y catedrático.
El Cap. Francesco Dodero y la sra. Ángela Galleano fueron los padres de Colón Pío Celestino Dodero, el padre de mi abuela materna. Francisco Dodero fue hijo de Gio Batta (Giovanni Battista) Dodero y de María Buzzalino. Nació en 1846.
Tata-tata-tatarabuelos
Etimología de algunos de los apellidos
Respecto al apellido Dodero, hay dos ramas, cada una de las cuales tendría un origen diferente. Una rama del apellido Dodero es el italiano, de dónde vino mi tatarabuelo Dodero. La otra rama es francesa.
Tanto la etimología del apellido Dodero italiano como el francés es incierta. No obstante podemos decir que hay una historia que dice que unos marineros españoles alrededor del año 1000, sorprendidos por una espantosa tormenta, perdieron sus barcos al circular cerca de unas rocas. Esto aconteció en una pequeña ensenada del mar ligústico (Mar de Liguria). El apellido del capitán del barco era Dondero u Onderos, español. Aquel pueblo se llamará Boccadasse. El apellido del capitán pasaría a ser Dodero.
El apellido Ondero estaría incorrectamente escrito ya que debería escribirse con h: "honderos", siendo su significado: «soldados de la antigüedad que luchaban con hondas que hacían de piel, o de trenzas vegetales o de crines o nervios de animales para lanzar las piedras a distancia. Eran los primeros en entrar en combate y utilizaban tres tipos según la distancia del enemigo. Las hondas que no usaban las llevaban en la cabeza y solo se protegían con una piel de cabra. Tanto en el ejército cartaginés como en las legiones romanas fueron muy eficaces y valorados los honderos de Baleares». Los romanos los llamaban funditores.
En genovés, la palabra dondero hace referencia a algo macizo y engorroso, que limita los movimientos en espacios estrechos. Estos objetos hacían alusión a la caja que contenía elementos que la abuela y la madre le transmitía a las hijas.
Por otro lado, la rama francesa del apellido Dodero dice que este apellido deriva de Doder, una forma vieja de Dodier, nombre que a su vez viene de otro antiguo nombre alemán Dodhari, del siglo IX, donde Dod significa niño o pequeño, y Hari significa guerrero.
10 comments:
Muy interesante, Sergio. Saludos Soreofhing
Hola Sergio,soy Silvana,tu prima. Que bueno lo que hiciste, mis hijas hace rato que quieren hacer. Besos
Hola. Soy Luciano Carassale, hijo de Daniel Carassale. Nieto de Graciela Haydee Dodero. Hace poco empecé a investigar la historia familiar. Me gustaria saber más. Gracias.
Carassale Carlos no fue policia en Neuquen. Trabajaba en Siemens en Buenos Aires. Fue mi abuelo. No llegué a conocerlo. Mi abuela falleció en 1997, yo tenia un año casi.
Te dejo un mail: luciano.d.carassale@gmail.com
¡Hola Luciano! ¿Cómo estás? Anoche te envié un correo. Fijate si te llegó.
¡Muchas gracias! Recién me doy cuenta cómo se responde.
buenas tardes Sergio,soy nieto de María Poratti, tía tuya, hace tiempo que quiere contactarte y no tiene ningún teléfono ni dirección.
francodb_18@hotmail.com es mi correo
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