Tuesday 24 December 2013

Saludos por la Navidad

Esta publicación la he escrito mucho ha, mas nunca la publiqué. Luego de una re-edición casi íntegra, aquí la publico.
 
A finales de 2009 y los siguientes dos años, trabajando primero en la localidad de Santa Rosa, y luego estudiando en Capital Federal, tuve la dicha de conocer a los seminaristas y a no pocos padres de la diócesis de Zárate-Campana. Algunos de ellos son Joaquín Mazzeo, Agustín López, Carlos Alonso y Guillermos Díaz entrotros. Me parece una buena oportunidad para saludarlos.

También en esos años fui aprendiendo que las relaciones sociales muchas veces pueden ser difíciles. No sabría decir bien qué es lo que uno encuentra en otra persona para confiar en ella y establecer una fuerte amistad, pero entre los muchos muchachos y padres de esa benemérita diócesis, creo haber hallado más de un seminarista y sacerdote con quienes se forjó, a pesar de las constantes diferencias que a menudo entre nosotros pudieran surgir, un fuerte amistad.

En cuanto a los choques, las incoherencias, el barro, en todos lados uno lo encuentra, ya que de ese material somos. Aunque también tengo entendido que las piedras preciosas tienen su origen en el barro, en la tierra. La Iglesia es Santa, porque quien la fundo es Santo, y porque el Espíritu Santo la santifica. ¿Santifica a los santos? No, a los pecadores. ¿Entonces tenemos que ser pecadores? No, sino dejarnos santificar por el que Es la misma Santidad.

Un día el Rey David iba caminando con sus guarda espaldas y un loco desde uno de los lados del camino le insultaba y le tiraba piedras y polvo, como los perros. Entonces los guarda espaldas le preguntan a David: "¿quieres que mandemos matar a ese hombre?", a lo que el Rey responde: "No, que es Dios quien lo ha mandado".
En ese loco que le tiraba piedras podemos ver a los que blasfeman (más que para insultar a Dios, para insultarnos a nosotros, que lo amamos), a los que tratan con poca delicadeza al Señor en la Eucaristía y en los hermanos, a los groseros y ásperos, a los que hieren nuestro orgullo y a los que nos desordenan la estanterías de nuestras ideas. ¿Quién tiene las manos totalmente limpias de pecado para presentarse delante del Señor? Seguramente nuestras macanas (aún las que nosotros consideramos pequeñas) son más grandes que el pecado más grande que vemos en el otro. Miserere nobis, Domine. Miserere nobis.

Como escribo esto un 24 de diciembre, les deseo a todos una muy feliz Navidad. Miren que nunca es tarde para que nazca Nuestro Señor en el pesebre de nuestro corazón. Y si está sucio (como los pesebres lo están por lo propio que hacen los animales que en él están), permitamos a María que lo arregle como arregló aquel en el que nació el Niño Dios. Nunca es tarde... ¡pero el momento es ahora! Una señal de que la Virgencita está limpiándolo: si queremos ser más bueno.

Junto con la feliz Navidad, mucha Paz, Esperanza y ¡mucho ánimo!

Natale hilare et annum faustum!

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