Tuesday, 22 November 2016

Invitación

Hermanos católicos:

Por nuestro propio bien, y el de los demás, estudiemos nuestra Fe católica, de modo que podamos llegar a conocer qué es lo que creemos, y por qué lo creemos. Leamos las Escrituras diariamente. Es la inspirada e inerrante Palabra de Dios escrita para nosotros, como la Iglesia ha constantemente enseñado, sobre todo en este último tiempo, en el Concilio Vaticano II. Creamos en ella. Compartámosla. Oremos sobre ella. Memoricémosla. Impregnémosnos en ella, ¡como en una tina de agua templada! Aprendámosla bien, de modo que podamos vivirla más plenamente, y compartirla con más gozo. Ese es el camino para hacer nuestra fe más cotagiosa. ¡Son necesarios más católicos contagiosos!

Junto a la Biblia, tomemos un ejemplar del Catecismo de la Iglesia Católica y leámoslo todo -de principio a fin- por lo menos una vez. Es indispensable para poner en práctica las enseñanzas del Concilio Vaticano II. De hecho, es «la clave del Concilio». Y ya que estamos en ello, ¿por qué no desempolvar los Documentos del Concilio Vaticano II? Así podremos dedicarnos unas cuantas semanas a refrescarnos con el verdadero «espíritu del Concilio» sacado directamente de sus textos.

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