Tuesday, 22 November 2016

Lutero - Psicología de su doctrina

Un estudioso francés contemporáneo, Étienne Couvert, nos ofrece una versión diferente sobre la muerte de Lutero. Basándose en los estudios del psicoterapeuta Roland Dalbiez, sostiene que las afirmaciones que el reformador profirió a lo largo de su vida acerca de la justificación por la fe contienen en sí un factor angustiante, que lo acompañó desde su juventud. Aquella frase suya: «Tú dirás: mis pecados no son míos, porque no están en mí, sino que están en otro, a saber, en Cristo, por lo que no podrán dañarme», resultan escalofriantes. Se necesita, en efecto, un esfuerzo extremo para aceptar semejante aserto por la fe y creerlo al punto de decir: «He pecado y no he pecado, a fin de que sea vencida la conciencia, esa dominadora tan poderosa que con frecuencia ha arrastrado a los hombres a la desesperación, el cuchillo o la cuerda».

Destaca Dalbiez la enormidad de la incogruencia: He pecado, pero no quiero reconocerlo. Se afirma lo contrario de lo que se sabe que es verdad. Dicha doctrina, sigue diciendo el psicólogo francés, no pudo tranquilizar totalmente a Lutero y es lícito colegir que nunca logró hacerla suya por completo.

Por lo demás, a lo largo de su existencia, no disimuló sus desganas de vivir. "Maldito sea el día en que nací", dijo en cierta ocación, o también: "¡Pluguiese a Dios que no hubiese nacido!", e incluso: "¡Pluguiese a Dios que jamás hubiese escrito ninguno de mis libros!".

Recuerda asimismo Dalbiez un hecho estremecedor que le sucedió a Lutero poco antes de su muerte. Cierto día se encontraba descansando en un banco solitario, al fondo de su jardín en Wittemberg. Su esposa -Catalina, una ex religiosa católica- se sentó a su lado. Él estaba angustiado, y levantando los ojos exclamó de repente: "¡Oh bello cielo, no te veré jamás!". La desventurada Catalina, aterrorizada por lo que acababa de oír, se levantó y le dijo: "¿Y si volvemos atrás?". "No", le respondió Lutero. "¿Por qué?", inquirió ella. "Porque el carro ha marchado demasiado lejos en el barro". Dicho lo cual, regresó a su cuarto.

Puede leerse acerca de sus dos versiones sobre su muerte, haciendo click aquí.

Nota: donde dice "no te veré jamás", el libro que tengo en mis manos dice "no te verá jamás". La consideración de que es un error tipográfico es mía. La frase está en el anteúltimo párrafo, el que empieza con "Recuerda asimismo...".

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