Sunday, 13 November 2016

Los dos oficiales de Graciano

Cuenta San Agustín que, hallándose el emperador Graciano en la ciudad de Trévesis, dos oficiales de su corte paseando por las afueras de la ciudad se cruzaron con una cabaña en la que vivían ciertos monjes, siervos de Dios. Estando las puertas abiertas, allí entraron ellos, encontrando dentro de esa cabaña-monasterio unos escritos con la vida de San Antonio Abad. Uno de los oficiales se puso a leer de ellos, cuando, repentinamente y lleno del Espíritu de Dios, dijo a su compañero: «Amigo, después de pasar nosotros tantos trabajos y fatigas, ¿a qué podemos aspirar en este mundo? A lo mucho, conseguiremos la privanza del emperador. Y suponiendo que logremos tenerla, ¿cuándo llegará ese día? En cambio, la amistad de Dios la podemos alcanzar ahora mismo, si queremos». Dicho esto, continuó su lectura, hasta que movido más poderosamente por Dios, el cual le hizo ver en aquel instante, la vanidad del mundo, exclamó: «¡Está bien! Quiero abandonarlo todo y salvar mi alma; desde ahora mismo resuelvo quedarme en este monasterio para pensar únicamente en servir a Dios». El compañero respondió que también él se quedaba, y así lo hicieron.

Dos jóvenes doncellas, prometidas a los dos en matrimonio, ni bien supieron el cambio obrado en ellos, dejaron igualmente el mundo y consagraron al Señor su virginidad.

(De "Los Diez Mandamientos", de San Alfonso. Apartado número 11).

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